Mirando el tablero, noté con inquietud que solo quedaba un punto de combustible. En ese instante, mi mente se apresuró a buscar la estación de servicio más cercana. El sonido del motor resonaba débilmente, como si también sintiera el cansancio de no poder avanzar. Al llegar a la gasolinera, el bombero me lanzó la pregunta acostumbrada: "¿Gasolina, regular o premium?" Y mientras el combustible llenaba el tanque una reflexión profunda invadió mi mente. Así como un vehículo no puede avanzar sin ese preciado líquido, nosotros como seres humanos no podemos avanzar en la vida si no llenamos nuestro propio tanque: el de nuestras emociones, nuestra energía y nuestras relaciones.
Al igual que un coche depende del combustible para moverse, nosotros dependemos de lo que alimenta nuestro espíritu para seguir adelante. Sin esa carga vital, el viaje de la vida se vuelve lento, vacío y, eventualmente, imposible. Necesitamos "llenar nuestro tanque" para mantenernos motivados, alegres, y con la energía suficiente para afrontar la vida. Si no nos ocupamos de nutrir nuestro espíritu, pronto comenzaremos a sentir que el motor de nuestra vida se desacelera.
Nuestro tanque de la vida no se llena con gasolina, sino con las relaciones que cultivamos a lo largo de nuestro viaje. Las personas que nos rodean tienen un impacto directo en nuestra energía emocional y espiritual. Así como un vehículo puede dañarse si se le pone un combustible incorrecto o de mala calidad, nuestra vida también puede verse afectada si nos rodeamos de relaciones tóxicas que nos restan, en lugar de sumarnos.
Es fundamental llenar nuestro tanque personal con lo que nos da fuerza: cuidar de nuestras emociones, rodearnos de personas que nos sumen y reconectar con Dios y con todo aquello que nos inspira. Porque, al final, sin ese combustible interno, el viaje de la vida se vuelve lento, difícil y, eventualmente, se detiene.
Algunos ejemplos de relaciones saludables son:
· Amigos que nos apoyan, aquellos que nos escuchan sin juzgar, que nos celebran en los momentos felices y nos respaldan en los momentos difíciles. Son los compañeros de viaje que no solo disfrutan del paisaje, sino que también nos levantan cuando nos caemos.
· Familia que nos fortalece, las relaciones familiares son clave para nuestro bienestar. Son esas personas que nos conocen profundamente, que se preocupan por nosotros y que nos ofrecen amor incondicional.
· Parejas que nos complementan, una pareja que comparte nuestros valores, crece junto a nosotros y, en lugar de restarnos energía, aporta amor, respeto y comprensión.
Además, debemos aprender a eliminar lo tóxico. Al igual que un automóvil puede dañarse si recibe un combustible de mala calidad, nosotros también podemos sufrir si permitimos que personas tóxicas se conviertan en parte de nuestra vida. Las relaciones que nos drenan, nos llenan de negatividad o nos ponen constante estrés son como un combustible impuro que solo nos lleva al desgaste. Es esencial aprender a identificar a quienes nos "vacían" y empezar a poner límites para alejarnos de lo que no nos sirve. Esto puede significar distanciarse de amigos que solo traen drama, de conocidos que solo se acercan para aprovecharse, o de parejas que no respetan nuestra individualidad.
Hoy, y a propósito de que se acerca el fin de año, te invito a reflexionar sobre tus relaciones. Haz una lista de las personas con las que más interactúas. ¿Te ayudan a ser mejor persona? ¿Te apoyan cuando más lo necesitas? Si la respuesta es no, es momento de reconsiderar qué relaciones necesitas para avanzar en la vida. Rodéate de personas positivas, busca amigos y conocidos que compartan tus valores y te inspiren a ser la mejor versión de ti mismo. Estas son las relaciones que agregarán valor a tu vida. Es necesario también establecer límites saludables. No temas alejarte de relaciones tóxicas, incluso si se trata de familiares o parejas. La paz mental y emocional es vital para tu bienestar.
Recuerda que nuestra energía emocional y espiritual no es infinita. Así como un vehículo necesita parar en la estación de servicio para seguir su viaje, nosotros debemos llenar nuestro "tanque de vida" con relaciones que nos nutran, nos sumen y nos ayuden a crecer. Al eliminar lo tóxico y rodearnos de personas que nos aporten, estamos invirtiendo en nuestra felicidad y bienestar, para que podamos avanzar con fuerza y esperanza en nuestra aventura diaria. Y lo igual de importante, siendo también un combustible "premium" para los demás, mientras continuamos el viaje hacia nuestro destino final: el Cielo.
«El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado»
(Proverbios 13:20 NVI)
¡Feliz y bendecida semana!
Con cariño,
Nataly Paniagua