Hace unos días, mientras realizaba uno de mis acostumbrados trayectos matutinos, me encontré con una escena que me hizo detenerme. Era un día común, lleno de movimiento y de las rutinas habituales, cuando vi a un hombre con discapacidad visual intentando cruzar la calle. Con su bastón en mano, caminaba por el mismo trayecto que asumo había recorrido incontables veces, confiado en los sonidos familiares, el eco de sus pasos y las sensaciones que lo guiaban. Sin embargo, ese día algo era diferente.
Unas barricadas de construcción, que aparecieron sin previo aviso, bloqueaban su paso habitual. Era una trampa invisible para él, un obstáculo imprevisto que lo detenía en su camino. A pesar de su destreza con el bastón, la barrera inamovible no le permitía avanzar. El hombre no estaba atrapado por su ceguera, sino por la falta de visibilidad del mundo que lo rodeaba.
En ese momento, un hombre que sí podía ver, desde la otra acera, observó la escena. Sin pensarlo demasiado, cruzó la calle, se acercó y, sin dudarlo, tomó la mano del hombre ciego. Lo guió con firmeza y cuidado hasta la acera, donde pudo continuar su camino con más seguridad. Un gesto simple, pero en su simplicidad residía el poder transformador de un acto desinteresado. Este acto de compasión y servicio no solo permitió que una persona pudiera continuar su jornada, sino que también me recordó la importancia de estar atentos a las necesidades de los demás, especialmente en tiempos de cambio como los que atravesamos al final de cada año.
Al acercarnos al cierre de 2024, época en la que muchos reflexionamos sobre lo vivido, lo alcanzado y lo que aún nos queda por hacer, es un buen momento para pensar en cómo podemos "tomar la mano" de quienes nos rodean. Este gesto, simbólico y poderoso, no tiene que ser una gran acción. A veces, se trata de ofrecer nuestra atención, paciencia o tiempo a quienes se sienten perdidos, atrapados o invisibles.
Vivimos en un mundo acelerado y a menudo indiferente y poco empático, donde es fácil perder de vista las dificultades de los demás. Pero todos cargamos, en algún momento, con una carga invisible que nos impide avanzar. Al igual que el hombre ciego, podemos estar atrapados por obstáculos que no siempre vemos, pero alguien con una perspectiva diferente, una mano amiga, puede ser la clave para superarlos.
Ayudar no siempre requiere un gran sacrificio o esfuerzo monumental. A veces, es un simple acto: escuchar cuando alguien necesita hablar, ofrecer un consejo cuando se nos pide o estar allí para quien no sabe cómo seguir adelante. Así como el hombre que vio el obstáculo ayudó al ciego sin pensarlo, nosotros también podemos tomar la mano de alguien, sin esperar nada a cambio, solo por el placer de hacer el bien.
Al llegar al final de este año, es el momento ideal para mirarnos hacia adentro y preguntarnos: ¿cómo hemos tocado la vida de los demás? A menudo, el mayor impacto no está en las grandes metas que alcanzamos, sino en los pequeños gestos de apoyo que ofrecemos a quienes necesitan una mano amiga. Quizás en este momento, alguien en tu vida está esperando ese gesto que puede transformar su día, su semana o incluso su vida. No subestimes el poder de una acción desinteresada, por pequeña que sea.
En este cierre de 2024, te invito a reflexionar sobre cómo puedes ser esa mano que guía, ese apoyo que ilumina el camino de otro y experimentar la gratificante satisfacción de ayudar a alguien a seguir adelante. Al final, todos estamos juntos en este viaje, y un simple gesto de compasión y empatía puede ser la chispa que encienda una luz en el corazón de alguien. Así que, ¿qué esperas? Tómale la mano a alguien hoy y acompáñalo en su ruta, mientras seguimos caminando hacia nuestro destino final: el Cielo.
«No busquen solo su propio interés, sino también el de los demás»
(Filipenses 2:4 NVI)
¡Feliz y bendecida semana!
Con cariño,
Nataly Paniagua