Ellos caminaban con paso firme, dejando tras de sí huellas que resonaban como susurros de esperanza. Cada paso era un recordatorio de que la meta estaba más cerca. El cansancio intentaba abrazarlos, y la incertidumbre se cernía sobre ellos como una sombra, pero no se detuvieron. Llevaban en el corazón un sueño profundo, un anhelo ardiente. La luz refulgente de una estrella brillaba sobre ellos, guiándolos como un faro en la oscuridad, susurrando al viento: "Ya casi, no se detengan, están más cerca de lo que imaginan". Eran tres reyes, tres almas llenas de devoción, que no solo viajaban para entregar regalos, sino para adorar y honrar al más grande de todos los Reyes. 

Hoy, en este primer encuentro del 2025, y a propósito de la celebración del Día de Reyes en nuestro país, reflexionó sobre cómo estos tres personajes caminaron con propósito hacia un destino. Los Reyes Magos nos ofrecen un ejemplo perfecto de perseverancia, dedicación y un profundo sentido de propósito.

El 2025, llega con una mezcla de oportunidades y desafíos. Es un año lleno de posibilidades infinitas, pero también de decisiones que requerirán lo mejor de nosotros para ser tomadas. Al igual que los Reyes Magos, enfrentaremos caminos inciertos, momentos de duda y la necesidad de adaptarnos a lo inesperado. Sin embargo, las bendiciones que nos esperan pueden ser muchas si sabemos guiarnos con determinación y actuar con firmeza.

Cada uno de nosotros tiene meta que nos motivan a seguir adelante a pesar de los obstáculos. Ya sea un sueño profesional, personal o espiritual. Por lo que debemos aprender a reconocer y seguir las señales que nos conducirán hacia esa meta. En este viaje de 2025, hagámonos acompañar por la fe y la perseverancia para lograr los proyectos que hemos propuesto, siempre sabiendo que los planes en manos de Dios son pura bendición. No importa lo largo o desafiante que parezca el viaje, o que sintamos que vamos por una dirección equivocada, no abandonemos. Recordemos, recalcularemos la ruta y continuaremos determinados hacia nuestro destino. 

El 2025 nos ofrece un lienzo en blanco para aprender y crear y nos invita a ser perseverantes, a continuar a pesar de las adversidades, a mantener la disciplina y la disposición para trabajar de manera constante hacia nuestras metas. Todo gran logro requiere esfuerzo y dedicación. El éxito no llega de la noche a la mañana; se construye a través de pequeñas acciones diarias, de decisiones valientes, enfoque en el propósito y, sobre todo, nunca rendirse.

Es fundamental llevar algo valioso en este viaje. Al igual que los Reyes Magos trajeron oro, incienso y mirra como regalos para el niño Jesús, cada uno con profundo simbolismo. El oro representa la realeza y la excelencia, el incienso simboliza la conexión espiritual y la mirra está asociada a la sanidad. Entonces debemos preguntarnos: ¿Qué regalos estamos llevando con nosotros en este nuevo año?. El "oro" podría representar nuestra búsqueda constante de la excelencia. El "incienso" nuestra capacidad para mantener una fe inquebrantable. Y la "mirra", nuestro compromiso con sanar y cuidar de nosotros mismos desde adentro hacia afuera.

El 2025 es un año para ofrecer nuestros propios "regalos" al mundo: talentos, habilidades y virtudes. Lo que llevamos en nuestro interior, lo que cultivamos y compartimos, definirá el impacto que podemos tener en nuestras vidas y en la de los demás. Este año contamos con 365 nuevas oportunidades para vivir, servir, amar, sanar, producir, dar y recibir, y eso es ya más que un regalo.

Al comenzar este año, te invito a seguir la estrella de tus sueños con determinación. Recuerda que, la perseverancia, la disposición y la diligencia serán tus mejores herramientas para alcanzar tus metas. No importa los desafíos que enfrentes; si mantienes tu enfoque, tu esfuerzo y tu corazón abierto al aprendizaje, verás cómo las bendiciones llegarán. 

¡Feliz 2025! Que este año sea de crecimiento, aprendizaje y, que puedas alcanzar todo lo que te propongas, conforme a la voluntad de Dios. Comencemos juntos esta aventura de crecimiento, acercándonos cada vez más a la mejor versión de nosotros mismos, conscientes de nuestro destino final: el Cielo.

 

«Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y presentaron como regalos: oro, incienso y mirra». (Mateo 2:11 NVI)

 

¡Feliz y bendecida semana!

 

Con cariño,

 

Nataly Paniagua